Nuestro Flow se pronuncia ante la situación actual del país.

En Nuestro Flow trabajamos por promover la diversidad cultural y la equidad de género, acciones que contribuyen a contrarrestar la injusticia y la desigualdad social que por siglos ha afectado de manera particular a ciertos grupos y minorías que componen nuestro país. En su mayoría, son estas mismas poblaciones quienes, nuevamente, sufren con más fuerza las consecuencias de la pandemia y de la grave crisis que se ha desatado en consecuencia y que ha impulsado a salir a la calle a miles de colombianos que demandan a sus gobernantes soluciones concretas a los retos económicos, sociales, políticos y ambientales a los que nos enfrentamos hoy.

Es por esto por lo que rechazamos profundamente la violencia que desde el día 28 de abril y hasta la fecha se ha desatado en nuestro país y nos unimos a la demanda de cientos de colectivos frente a la necesidad de crear con urgencia espacios incluyentes y diversos de diálogo y construcción colectiva y protocolos que garanticen el ejercicio del derecho a la movilización social en condiciones de seguridad y respetando la vida de todas las personas.

Desde que empezó nuestro trabajo hace cinco años, hemos estado promoviendo la generación de espacios de conversación abierta alrededor de temas como la discriminación, la desigualdad, el racismo y el machismo, entre otros, pues nos parece fundamental entender las nefastas consecuencias que nuestro lenguaje y prácticas pueden tener en la vida de muchas de las personas con las que compartimos este territorio. Igualmente, nos interesa contribuir a crear puentes y herramientas que nos permitan acercarnos y colaborar con quienes piensan y viven diferente, un desafío mayor que vemos como una oportunidad para reconocer la riqueza de nuestra diversidad, motor de desarrollo.

Es por eso por lo que hoy lanzamos una invitación a que veamos en la diversidad y en las diferencias que nos separan, una oportunidad de aprendizaje y de reflexión. Invitamos a cuestionar frases como: “Ni con los amigos ni con la familia se habla de política y religión”; a darnos la oportunidad de escucharnos y de entender que el bienestar colectivo es también nuestro bienestar individual.

Nos preocupa que la frustración y el resentimiento causado por décadas de intentos fallidos, y que en este momento se ven amplificados por las redes sociales, y el ruido y caos que generan, nos puedan llevar rápidamente a perder el foco y la posibilidad de que esta coyuntura se convierta en una oportunidad de transformación. Las décadas de conflicto y violencia que ha enfrentado el país en su historia reciente han demostrado la dificultad de avanzar en la construcción de un proyecto común cuando la polarización, la desinformación, la lucha ambiciosa por el poder y los intereses particulares son los que priman.

Creemos profundamente en que podemos desarrollar la capacidad de dialogar con quienes piensan distinto desde el respeto y sin utilizar la violencia en ninguna de sus formas. Estamos convencidas de que merecemos un país en donde todas las personas, sin distinción alguna y sin importar sus creencias, clase social, género, inclinación sexual, posición política y color de piel puedan gozar libremente de sus derechos, sin miedos ni represiones. También, en que podemos elegir gobernantes que respondan a esas prioridades y con la capacidad de liderar un proyecto común que se construya a partir de nuestras diferencias y no en contra de ellas.

Es por esto por lo que esta es también una invitación a que en nuestro día a día cuestionemos nuestras acciones, nuestros prejuicios, nuestros comportamientos y nuestras decisiones, y canalicemos la frustración y el desasosiego que reina en la construcción de propuestas evitando alimentar el odio y la violencia con nuestros pensamientos, palabras y acciones, para que desde nuestro espacio seamos agentes que inviten a la transformación y a la paz.

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